Los límites de la psicopatía: Ultrajó sexualmente a 40 cadáveres en sus ataúdes
Karen Greenlee, una aprendiz de embalsamadora de 23 años, fue capturada después de que ella robara un coche fúnebre que transportaba el cuerpo de un hombre muerto
Greenlee llegó a la funeraria de Sacramento, California, al crematorio en el coche fúnebre con el cadáver tal y como estaba previsto. Pero cuando la joven observó a la afligida familia de John Mecure, de 33 años, dio un giro intempestivo a la carroza fúnebre y huyó del lugar con el cuerpo de Mecure en la parte de atrás. La policía la alcanzó poco después.
Cuando la policía logró alcanzarla, la joven tomó un puñado de paracetamoles y codeína. Tiempo después, cuando Greenlee intentó suicidarse nuevamente, escribió una carta de cuatro páginas y media enumerando los 40 hombres muertos con los que tuvo relaciones sexuales debido a su “adicción” a la necrofilia.
Sorprendentemente, la necrofilia no era ilegal en California en el momento de su arresto el 17 de diciembre de 1979. Por lo que únicamente enfrentó cargos de robo de un vehículo fúnebre e interferir con un funeral. Fue multada con $ 255 y pasó 11 días en la cárcel.
La madre de John Mercure, Marian Gonzales, la demandó por $ 1 millón. Durante su comparecencia ante el tribunal, Greenlee admitió haber subido a los ataúdes de su lugar de trabajo para abusar sexualmente a los cadáveres.
Resultó que vivía en un apartamento adjunto al depósito de cadáveres y se deslizaba por la puerta de al lado cuando bebía mucho.
En una entrevista de 1987 llamada The Unrepentant Necrophile, detalló su retorcida vida sexual con los muertos, describiéndose a sí misma como una “rata de la morgue” que encontraba erótico el olor de la muerte
En su momento llegó a señalar: “La gente tiene la idea errónea de que tiene que haber penetración para la gratificación sexual, lo cual es una tontería"
“La parte más sensible de una mujer es la zona frontal de todos modos y eso es lo que necesita ser estimulado. Además, hay diferentes aspectos de la expresión sexual: sensiblera, 69, incluso tomados de la mano”.
Pero a pesar de la repugnancia pública, no creía que lo que había hecho estaba mal y no tenía planes de dejar de hacerlo porque “se aceptó y se dio cuenta de que solo soy yo”.
En la actualidad, se desconoce el paradero de Greenlee, pero se cree que cambió su nombre y comenzó una nueva vida.