PRIMAVERA Y ESTUDIANTES
Es la mañana de pájaros. Hace poco viento y el sol acompaña los colores vivos de la tierra. Se avecina la alegría a los rostros de la gente.
Ha iniciado —¡al fin! —la primavera. Ahora el mundo se llenará de risas; gente paseando perros por la costanera, otros mateando al compás de las conversas. Los días se harán más largos, adquirirán un aire colorido, una sensación de alegría inundará todo a su paso. Las penas también tendrán su tregua, aunque sea por un ratito: el sol disimulará los pesares humanos. Los lentes de sol saldrán de las gavetas. Habrá colores ataviando la ciudad. En la primavera todo parece adquirir un aire de jovialidad. Es 1902, 21 de septiembre y también primavera, el joven Salvador Debenedetti, de 18 años, presidente del Centro de Estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, propone el Día del Estudiante. Su moción es aceptada. De allí en más, todos los 21 de septiembre se celebra el Día del Estudiante en Argentina. Debenedetti propone ese día en atención a un prócer de nuestra historia: Domingo Faustino Sarmiento. Ese mismo día, pero en 1988, llegan sus restos mortales a la patria procedente de La Asunción, Paraguay, donde había fallecido a la edad de 77 años el 11 de septiembre. Domingo Faustino Sarmiento, el gran educador, estadista, político, novelista y ensayista argentino; recibe otro laurel ese día. ¿Quién más en el siglo XIX había hecho más que él por nuestra educación? Sarmiento, quien ya había sellado su pacto con la posteridad, ahora recibía otro merecido homenaje. Primavera y estudiantes: dos alegrías coinciden en un mismo día. Saludamos a la primavera y a los estudiantes. Un día partido en dos y que al final responde a una misma identidad alegre, vivaz, colorida…juvenil. Que la primavera y los estudiantes —su ánimo y su espíritu— sean inexorables.
