La noche que el pueblo se volvió a abrazar
Reseñas de un viernes inolvidable en el centro de la ciudad.
Es viernes 19/11. A la hora señalada, la explanada de El Gorosito es lo más parecido a una Plaza de mayo, a un Zócalo del DF o una Plaza de la Revolución en las grandes jornadas: se rebasa de pueblo por donde se la mire.
Todos sus accesos han sido copados desde horas antes de que el maestro de ceremonia Nelson Aguilar comience la cuenta regresiva para saludar un nuevo aniversario de la ciudad. Los Sarkos se paseaban por su clásico repertorio hasta que, dadas las doce, entonaron un emotivo feliz-cumpleaños acompañados por un coro precioso, multitudinario y desparejo, como de borrachos en plena madrugada, que abrió definitivamente el corazón de la noche en la página número 120 de toda esta historia.
Las columnas de casi 100 metros se extendían por las laterales Lisandro de la Torre y Senador Almendra, aunque la verdadera marea se desbordaba por la generosa avenida Eva Perón. Allí, sobre la rotonda, días atrás, luego de 10 años, y casi como una proclama en defensa de la alegría, la Municipalidad había vuelto a montar el escenario hiperbólico al que Cotillo solía tener acostumbrados en los años dorados de su pasada gestión. Ahora, luego de una década, el intendente está parado nuevamente sobre sus tablas desde donde observa con azoro el embate de esas casi 20 mil personas que al final del evento habrán de contar los organismos de control.
La noche se presta. Es el comentario generalizado a lo largo de todo el paseo. Una temperatura súper agradable desde las primeras horas del día se prolongó hasta la noche y no desmejoró en absoluto el estado del tiempo. Todo lo contrario, auspició aun más las condiciones para que el demorado rencuentro del pueblo tras un año y medio de ausencias fuera ciertamente inolvidable. Indudablemente, el síndrome de la fiera enjaulada producto del tiempo de pandemia avivó el deseo de habitar el ágora, de ocupar el espacio público, de sentir la proximidad del otro, de hallarse una vez más en el tumulto.
Por caso, Cotillo y sus dirigidos tomaron nota sobre cómo devolverle a la gente esa instancia común para el intercambio, para el lenguaje proxémico y en un clima de paz excepcional salieron fortalecidos de la primera noche por los festejos del 120 aniversario de Caleta Olivia. Los más memoriosos recordaban que algo así se había vivido en los 100 años de la ciudad, cuando un torrente humano tapó las arterias principales del Gorosito en aquella noche inolvidable de Los Nocheros, la legendaria formación salteña de folclore, que había sido convocada por José Manuel Córdoba para amenizar la celebración centenaria.
Camila Garay, la joven talentosa de Las Heras anticipó el carnaval que desataría seguidamente la actuación final de La Beriso, hacia las 02 de la madrugada cuando la temperatura fue in creyendo entre clásicos y clásicos de la banda de rock prosaico liderada por Rolo Sartorio. Entre apretujones, por momentos pisándose unos con otros los pies, la multitud caletense se fue rencontrando lentamente en el abrazo reparador de sueños necesario, tras un tiempo aciago de muchas ausencias. Todas las felicidades cuestan muertos, dijo alguna vez el célebre trovador cubano Silvio Rodríguez. ¿Quién pudiera decir que Caleta Olivia no supo resistir el dolor? El pueblo volvió a abrazarse. Y la noche se prestó.